Viejo contra moderno

Si a cualquier persona por la calle le paras y preguntas por juegos de mesa aparecerán nombres como Trivial Pursuit, Risk o Monopoly. Son juegos que están instalados en el subconsciente colectivo, archivados en la D de diversión. Eso si, a nadie se le ocurre rescatarlos del armario con más polvo de la casa, y con razón. Tomemos por ejemplo el Monopoly: ¿alguien ha sido capaz de completar una partida entera? los casos quizás se cuenten con los dedos de la mano, ¿alguien puede pensar una estrategia inteligente para este juego que no sea comprar todo lo que puedas?, ¿alguien no ha acabado hasta el gorro de hacer lo mismo todo el rato? Seguro que algún fanático de este juego me retará a una partida para demostrarme lo equivocado que estoy. Yo le contestaría que deje su Monopoly en el armario hasta que lo rescaten arqueólogos de siglos venideros y llame a un par de amigos. Quedamos en mi casa a echar un “Settlers of Catan” (Colonos de Catan entre otros nombres) y luego me dicen si quieren volver al clásico de Parker.

Y es que ambos juegos parecen ser su antítesis partiendo casi de una misma premisa: juego de temática económica. Pero las pocas diferencias en la forma son muy grandes en el fondo: Catan se juega en hora y media, las reglas ocupan un folio y cualquiera puede aprenderlas en cinco minutos, las tácticas son múltiples y los jugadores no paran de sorprender descubriendo nuevas. Apaga el ordenador ahora mismo y hazte con tu copia.

Quizás este ejemplo es uno de los que mejor ilustra el salto cualitativo que se ha producido de los juegos de la vieja escuela (Monopoly) a los modernos Eurogames de los que Catan es solo un ejemplo. Pero el señor bigotudo parte con la ventaja de su popularidad, ¿seguirá en lo más alto del podio mucho tiempo?...